jueves, 10 de febrero de 2011

Lo que faltaba

Llevábamos unas mañanas sin incidentes en SF50; desde que montaron el andamio en la terraza, los obreros no habían vuelto a aparecer. Yo comenzaba a tener mis dudas sobre la estricta necesidad de ese andamio ya que no le daban uso alguno.
De vez en cuando aparecían cartones o listones de madera en la terraza; pero nunca vimos a los obreros. Modus Operandi de los Reyes Magos....Empiezo a creer que los Reyes no existen y que son obreros; any way, 
aprovechamos estos días para estudiar en el salón con la luz del sol alegrándonos las mañanas. Me encanta tener esa enorme cristalera.
¿Me encanta? A VECES; y vean el porqué:
Hoy es el primer día en mucho tiempo que Ana me deja sola cuidando el hogar y cómo no; ¡lío al canto!.
Me levanto temprano para estudiar (mañana termino; ¡al fin!)...Otro día de sol; ¡felicidad! corro un poco las cortinas para no cegarme con su brillo y me tumbo en el sofá con los apuntes; al tema.
Aún no habían dado las 10 y media cuando un casco asoma. (Genial, y yo con mis mejores galas pijamiles, mis pelos de loca y mi cara de falta de sueño...) Un obrerito cara castor comienza a hacer de nuestra terraza el almacén de reserva. Plasticos, maderas, guantes, un cubo de pintura, una mochila....todos esos objetos comienzan a ocupar el suelo de la terraza. Resoplo...(Ffff....) y sigo a lo mío. Al rato; Dientecillos, vuelve a asomar su cabeza e intenta con todas sus fuerzas colar en la terraza un listón de madera que debía de pesar lo mismo que él...en lugar de pasarlo por encima de la valla...¡No! a lo sencillo; a intentar meterlo entre los barrotes...(sarcasmo)
El obrero más torpe del mundo había llegado a SF50. Creí morir cuando lo ví sacarse del bolsillo unos guantes Scotch-Brite amarillos y azules y estrenarlos con la mayor de las sonrisas; ¿para qué? para no mancharse las manos al coger el bote de pintura de media tonelada que había dejado en el suelo de nuestra terraza.
Pero...¡OH DIOS MIO! ¡De pronto mis ojos impactaron contra algo terrible! ¡Un boquete del tamaño de Kentucky en su entrepierna! Y ahí asomando como si tal cosa...¡LA CHORRA DEL OBRERO!
¿Para qué llevar cillos cuando tienes semejante agujero en el pantalón? ¡Mejor dejar que se airee la cosa!
Y ese Goofy de la vida comienza a subir por el andamio que nos habían instalado en la terraza, con el bote de pintura de media tonelada; por una escalinata endeble contra la que se golpea primeramente repetidas veces en espalda y cabeza (da igual, lleva casco, ¿no?) Y allí va; cual bailarina circense sobre la cuerda floja; el cubo de pintura ABIERTO oscilando de un lado a otro y su miembro viril a punto de golpear contra el cristal, mientras el hombre ponía todo su empeño en subir el 2º peldaño.
No se si la operación salió con éxito pues ante semejante visión decidí primero correr las cortinas; pero en cuanto ví el espectáculo de sombras chinescas que me ofrecía el pirulín del obrero, no pude optar más que por retirarme hacia otra zona de la casa.
Hoy puedo decir que ante semejante atrocidad a punto de colisionar con mis ventanales...Odié la enorme cristalera.
JANA

1 comentario:

  1. jajajajaja, dios... habría que haber sacado una foto al susodicho, xD.
    ¿no era ninguno conocido? Espero que esa visión no te haya descolocado para el resto del día, jajaja. Ahora publico en fb ^^'

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