domingo, 30 de enero de 2011

Cena de Domingo

¿Domingo por la noche... pocas ganas de cocinar? Primera balda de la cocina; si, esa balda en la que también están las recetas del interior de las tarrinas de Philadelphia, el "¿cómo preparar mojitos?" que viene en algunas botellas de bacardi y el reloj de propaganda (pero eso sí, de "designe" y muy R&R) que lleva sin pilas todo el curso. Ahí tenemos la propaganda a la que recurrir en días como hoy. ¿Comida china? ¿Comida americana? ¿Pizzerias varias?

No lo pensamos demasiado... hay algunas ocasiones en las que lo más fácil es recurrir a la web de Telepizza y hacer pedidos por internet. Además se puede pagar con tarjeta. La putada... que o los hacemos por separado o los descuentos sino no nos salen muy allá. Diferentes preferencias.

Cada una en su silla de la cocina. Portátiles sobre las piernas. Conectando... (poquito a poco que la conexión a internet estos días nos va de pena). Haciendo pedidos... Ana acaba "¡Fallo en la operación!" genial, toca llamar a la tienda para ver si se ha registrado o no el pedido. Músiquita animada mientras lo comprueban. Nada de nada, le toca volver a empezar. Jana acaba de introducir todos los datos y su pedido está empezando a prepararse. A los cinco minutos ambas tienen, por fin, en pantalla el proceso de sus pedidos.

No sería ninguna historia extraña de no ser que volvió a ocurrir lo que por segunda vez en dos semanas sucede. Los señores de Telepizza creemos que tienen pocas luces. Estando el establecimiento a escasos metros (creo que no llegará a 5 minutos andando), vienen en moto, teniendo que dar un rodeo que les lleva el doble de tiempo. Bueno, esto podría ser incluso comprensible. Pero... ¿por qué no se compaginan y viene un solo pizzero con los dos pedidos en vez de... coincidir luego en el descansillo? Si, mientras uno llamaba al timbre el otro estaba picando en el telefonillo.

Y... ¡claro! Acabamos teniendo un encuentro telepizzero en el mínimo descansillo una vez más. Esta vez hubo un encuentro entre el diminuto sudamericano que ya es habitual y nunca se quita el casco de la moto, con bigotín y ojos de lascivo (y que no sabía lo que era un aspirador) y un español nuevo, muy grande y sin pelo.

Nada, seguimos en las mismas... como ya puse una vez por facebook, me da que la fantasía "pizzero guapo viniendo a casa a entregar pizza" se va a quedar solo en eso. En una fantasía. Ya se podrá reunir aquí toda la plantilla que me da que no se salva ninguno. Una lástima queridísimos/as lectores/as. ¡Con lo bien que nos vendría una alegría en estos duros días de estudio...!

Ana.

viernes, 28 de enero de 2011

Excursiones a la terraza.

Viernes nublado en Santander. Con lluvias esporádicas. Día propio para tomárselo como “día de pijama” más aún teniendo en cuenta que estamos en periodo de exámenes.
15.50, Jana estaba disfrutando de los últimos minutos de su siesta antes de ponerse a estudiar y yo, con el atuendo oportuno del día, acababa de terminar de comer y estaba tirada en el sofá, en pijama, con el típico moño mal hecho para estar por casa y mirando alguna cosa en el pc, cuando de repente algo moviéndose fuera, en la terraza, desvió mi atención. “¡Mierda! Un hombre trepando por el andamio”. Finjo no prestar atención. Más movimiento fuera “¡Otro hombre!”. Ambos, obreros, dentro de nuestra terraza. Y… Jana puede confirmarlo, yo me pongo muy tensa en estas situaciones de “hombres por la terraza que llegan de la nada”. Mis sustos suelen ser frecuentes por su culpa.
Ahí estaban ellos, moviéndose como Pedro por su casa. Ni se me pasa por la cabeza salir a preguntar qué ocurre. Toc Toc… Sí, se cataron de que había alguien dentro, en el salón. Qué remedio me queda más que abrir la puerta y atenderles. Preguntan por un lápiz y por un papel para tomar unas medidas. Obvio que no se lo voy a negar, pero… ¡qué narices! Si no hubiera estado allí qué… se volverían a bajar (desde el décimo piso) a cogerlo ellos. Tuvieron  suerte de que estuviera allí, jáa. Les miro con más detenimiento… cincuentones poco agraciados.
Ya tomaron las medidas. Se fueron los señores. Me devolvieron mi lápiz. Ahora me toca ponerme a estudiar, en la mesa del salón, como estoy haciendo estos días. Presiento que en una de estas voy a levantar la cabeza y me los voy a encontrar de pleno. Y me asustaré. Y pegaré un brinco acompañado de un gritito. Y Jana lo escuchará, vendrá y se reirá de mí mientras mirará con curiosidad lo que hacen ahí fuera.
Y es que ya se perdieron las buenas costumbres… Antiguamente se entraba por la puerta. Ahora parece ser que está de moda entrar por la terraza.

Ana.

miércoles, 19 de enero de 2011

Obreros en la Cocina

Un jueves cualquiera...8:30 de la mañana. ¡DING!¡DONG!¡DING!¡DONG!¡DING!¡DONG!

Ana abre los ojos cansada; se había vuelto a acostar a las tantas... Se levanta sobresaltada y camina hacia la puerta. 
Jana sigue en la cama atontada... una vez más se había quedado dormida. ¡Mierda! Piensa... La p. vecina del 8º otra vez...     (historia que ya os contaremos en otra ocasión).
Ana abre la puerta con cara de pocos amigos acordándose también de la famosa vecina; pero... ¡Sorpresa! Era un hombre quien esperaba esta vez apoyado en el marco de la puerta.
Al oír voces masculinas dentro de la casa, Jana se pone su bata de madre y se levanta corriendo.

El panorama, el siguiente: ¡¡EMERGENCIA EN EL BLOQUE!! Una fuga en una tubería podía reventar e inundar todo el piso de arriba. Necesitaban entrar en casa pues el acceso a la bajante se encontraba en nuestros dominios.
En esos instantes, el destino de la comunidad estaba en nuestras manos. Decidimos dejarles pasar.

Los 2 hombres cargados de herramientas hasta los dientes se abrieron paso hasta la cocina mientras nosotras, estupefactas, despejábamos el que iba a ser su lugar de trabajo; la encimera.
Un envalentonado obrero (de nacionalidad inidentificada) decidió allí encaramarse y tras abrir la ventana y contemplar la fachada interior; con voz profunda y potente gritó "¡Toni! ¡Aquí está el asunto!" Oímos clamar a los obreros victoriosos desde la planta superior.
El segundo obrero, que se había ausentado durante los momentos previos, bajó equipado con material de alta seguridad para arreglar el problema; un arnés de color rojizo, sucio y con aspecto desgastado.
Nos miramos extrañadas. Casi estallamos del ataque de risa al ver como el "Obrerito valiente" comenzaba a ponerse el arnés que claramente no era de su talla en mitad del suelo de nuestra cocina. La cuestión es: ¿qué función desempeñaba el arnés si no estaba sujeto a nada?; pero... es más, ¿para que demonios necesitaba un arnés cuando en todo momento se encontraba bajo el techo de nuestra cocina? ¿Tenía miedo de los riesgos laborales que corría al subirse en una encimera?... Todas estas preguntas cruzaron nuestras mentes en un segundo.
De pronto, una de nuestras dudas quedó resuelta; el otro obrero ató una cuerdecita propia del salto a la comba al arnés y sujetó el otro extremo con desgana.

Aún no podíamos creer lo absurdo de todo aquello cuando nos sorprendió lo mejor, el obrero que sujetaba la cuerda llevaba un plumas Trendy, Trendy!! 
Y ahí va la descripción del modelito:
Lucía un espantoso chaleco color azul brillante relleno de algodón. ¿Que cómo sabíamos de qué estaba relleno? Pues porque a modo de complemento, llevaba un enorme trozo de cinta aislante que pretendía tapar, de manera fallida, un roto que ocupaba media espalda del obrero.

Entre risas decidimos salir de allí e irnos a desayunar al comedor, no sin antes ofrecerles algo de nuestro suculento tentempié. No aceptaron. Uno de ellos estaba demasiado ocupado arreglando el desastre y el otro estaba extasiado "sujetando" la destensada cuerdita.

Tras 20 minutos de arduos esfuerzos e incesante trabajo se despidieron prometiéndonos volver. Jamás regresaron.
Siempre nos quedará la cocina...y el recuerdo de aquél maravilloso despertar.
Fundido en negro.


JANA Y ANA.

martes, 18 de enero de 2011

Duelo musical.

Flamenco, ópera, Cadena Dial... lo siento mucho señores vecinos, mi dolor de cabeza en estos momentos es excesivo, pero aún así no pienso quedarme de brazos cruzados. Una mañana más tenemos enfrentamiento músical en el bloque, para variar.

Abriendo Spotify, seleccionando las canciones oportunas... un poquito de Rock por favor. Prefiero escuchar a toda pastilla algún tema que me guste antes que permitir que algún tenor o barítono me taladre el cerebro a estas horas.

Acomódense en sus oportunos hogares y disfruten del duelo vecinos; bueno, disfruten de él todos aquellos que aún no hayan visto afectado su sistema auditivo, que también viene siendo un rasgo presente en muchos de ellos. Es lo que tiene que la media de edad de los que aquí habitan sobrepase los 65 años...

Ana.

sábado, 15 de enero de 2011

Obreros Cantores

La fachada de nuestro edificio está cubierta por un andamio que se extiende desde el suelo hasta el piso nº11.
No contentos con colarse en incontables ocasiones en nuestra terraza; los operarios de la construcción a menudo nos deleitan con divertidas historietas.
Su gusto musical deja bastante que desear; y a menudo puedes escuchar latin music a todo trapo desde la cocina o desde el baño :) Una forma más de amenizar las duchas!!
Pero además son cantores!! Y ahí va la primera anécdota del BloG:
8y media de la mañana. Yo lavándome los dientes tras el desayuno, cuando una espantosa melodía se cuela por el respiradero y me sorprende así: Speedy Gonzálezzzzz!! Reeeeeyy de la Bananaaa!! Caballo blancooo!! Vuelve a tu casaaa!!
Casi me sale la pasta de dientes por la nariz.

JANA.